6.2.13

Una historia diferente

Dicen que los padres adoptantes somos especiales... yo no lo creo. Yo creo que somos, simple y llanamente, padres. Padres que quizá hemos tenido que pasar unos cuantos escollos más para serlo, con embarazos más largos, eso sí. A veces demasiado largos... Pero cuando esa personita llega a nuestras vidas, sea por el medio que sea, sea del país que sea, llega para quedarse y permanecer para siempre. Llega para ser querida, para querer y para formar parte de una familia...

En ciertas culturas, y en ciertas especies, es muy común que los pequeños que no pueden ser cuidados por sus padres biológicos, por las razones que sea, puedan ser acogidos por otra familia, y formen parte de ésta en todos los sentidos. En nuestra sociedad, tan individualista, tan materialista, no es fácil de entender. Queremos que lo "nuestro" sea sólo "nuestro", y en el caso de los hijos, que hayan formado parte de nuestro cuerpo, de nuestra carne... Y eso está muy bien, es estupendo, pero no es único...

Yo no he parido. No sé lo que es parir. Y ahora, con el paso de los años, he de decir que tampoco lo echo de menos. Nunca tuve un especial deseo por parir, siempre pensé que los hijos no son los que "pares con dolor" sino los que amas desde el primer momento que están en tus brazos. Y puedo asegurar que es así. Yo no he parido, pero sé lo que es amar incondicionalmente, sé lo que es despertarte por la noche al primer llanto de tu hijo. Sé lo que es el miedo, el terror que se siente al imaginarse perderlo. No, no son carne de mi carne, ni sangre de mi sangre. Ni compartimos ADN, ni falta que hace. Son míos. No son "mis niños adoptados" son mis hijos. Punto. Sin más.

No creo que seamos de ninguna pasta especial, o sí, quizá de la que te hace acostumbrarte a ciertas miradas condescendientes y compasivas, cada vez menos, por suerte. Por eso, hoy quiero mandar un abrazo enorme a todas las familias adoptantes, porque yo sí sé cómo es ese proceso, y lo maravilloso de su final. Hoy, en el séptimo aniversario de tener a mi hija en brazos por primera vez, quiero dar las gracias a tanta y tanta gente que me ha acompañado en este camino, dándome su cariño y su apoyo frente a algunas pocas incomprensiones. Y quiero, si no es demasiado pedir, que quienes no entiendan la adopción, se acerquen a ella sin miedo, sin reparos, y vean a una madre mirar a los ojos a su hijo. Sólo con eso, lo entenderán todo...

Hay una leyenda china maravillosa que lo resume, la leyenda del Hilo rojo:

"Un hilo rojo, invisible, conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, a pesar del tiempo, del lugar, a pesar de las circunstancias. El hilo puede tensarse o enredarse, pero nunca podrá romperse."

¡¡Buenos y felices días!!