21.7.06

La ascensión a los cielos

Hoy cuando volvía de comprar viandas (una puede ser maruja provisional, pero mantiene el nivel) con un calor sofocante y unas ganas de llegar a casa a tomarme un litro de agua, o dos, escuché una conversación muy interesante entre dos mujeres de unos 50 años, que decía así:
1 - ¿Cómo voy a creer en Dios, si desde que murió mi padre se me han muerto cinco o seis personas queridas? Así yo no puedo creer.
2 - Pero eso es porque os engañan. Os hacen creer que Dios tiene la culpa de todo lo malo, y no es verdad. La culpa la tenemos nosotros, que no somos puros.
1 - Pero entonces, si no somos puros, será que Dios nos castiga.
2 - Dios no nos castiga, nos lo hacemos nosotros mismos
1 - ¿Qué me estás diciendo? ¿Que yo he matado a mi padre y a todos los demás?
2 - Hombre, tampoco es así, vente conmigo que te explico cómo es la ascensión a los cielos...

Me habría ido detrás de ellas para escuchar el final de la conversación, pero por un lado me parecía mal andar persiguiendo a estas señoras, no fueran a creer que era una asesina en serie o similar, y por otro lado la verdad es que tampoco me importaba tanto, así que seguí mi camino y me hice las siguientes reflexiones: ¿Cómo es posible que esa mujer, llamémosla uno, no tuviese claro si se le habían muerto cinco o seis personas queridas? Entonces no serían tan queridas, ¿no? ¿Sería verdad que esa otra mujer, llamémosla dos, tuviera el secreto de la ascensión de los cielos? Y lo más importante: ¿Cómo se puede reflexionar sobre algo tan profundo con cuarenta grados a la sombra? Evidentemente, la sujeto dos era de esos Testigos de Jehová que te ponen el pie en la puerta cuando quieres cerrársela en las narices porque no te interesa saber cómo se asciende a los cielos por la via rápida, y yo asistí al principio de una captación en toda regla. Esto me hizo refirmarme en mi convicción de que todas, absolutamente todas las religiones son como un banco: te ofrecen mucho para después cobrarte comisiones e intereses. Me explico: todas te ofrecen el cielo, el cielo de cada una es el mejor: el más amplio, el mejor decorado, el más feliz, el que tiene más diversiones (sin pecar, ¡ojo!, diversiones del tipo jugar al cinquillo o al corro de la patata, que otras no se me ocurren) pero después, cuando ya te tienen convencido, tienes que "pagar los intereses", es decir, ir a algún lugar algún día determinado a aburrirte junto con otros captados escuchando a uno o varios señores, dar dinero (esto es ineludible en todas) para ayudar a mantener la orden, que digo yo que si es verdad que lo material no cuenta, no entiendo ese afán por tener el bolsillo lleno que tienen todos los religiosos; intentar captar a otros feligreses de entre tus amigos o conocidos (ellos no lo llaman captación, claro, lo llaman "evangelización" que es mucho más fino)... o sea, que no sólo tienes que ser bueno con los demás, sino realizar un trabajo físico, y otro económico... pues sin saber si lo del cielo es verdad o no (mi abuelo decía que debe ser verdad y debe estar muy bien porque ninguno ha vuelto, pero que prefería comprobarlo más bien tarde) pues yo he decidido declararme agnóstica. Sí señores, lo digo públicamente: soy agnóstica. Y no me declaro atea por si existe el cielo, no vaya a ser que al final me quede sin verlo. A mí que me demuestren (aquí y ahora, y no cuando me muera, que vete tú a saber entonces qué es lo que pasa) que si estás en contra de cualquier avance de la ciencia (exceptuando la armamentística, claro) que consiga salvar vidas, o en contra de cualquier método anticonceptivo que también consiga salvar vidas, o en contra de grupos sociales simplemente porque no viven la sexualidad igual que tú, considerándolos enfermos o mucho peor: depravados, o en contra del que practica una religión diferente a la tuya, hasta el punto de llegar a bombardearlo o a meterte en uno de sus restaurantes con un cinturón de bombas atado al cuerpo y acercarte al grupo más numeroso (si en él hay niños, mucho mejor, porque así eliminas futuros "infieles") reventándote después con el fin de obtener pasaporte directo al paraíso, o en contra de cualquier avance social que no se adecúe a tus pretensiones, etcétera, pues que me demuestren que así eres más feliz, más bueno y Dios te premiará con cosas como que no se te mueran "cinco o seis personas queridas" o con la lotería, que ya se sabe que las penas con pan son menos. Si alguien es capaz de demostrármelo, aquí me puede dejar su teléfono, que yo ya me pongo en contacto y me lo pienso más seriamente, que no os creáis que ser agnóstica es maravilloso, que en realidad no te pasa nada mejor ni peor que al resto del mundo, y si va a haber un cambio tan sustancial en mi vida, pues a lo mejor me lo planteo y me hago creyente, que nunca se sabe... Pero absteneros si me vais a prometer el cielo, que yo en eso estoy con mi abuelo: prefiero comprobarlo de aquí a muy tarde, y si he de ir al infierno, pues oye, qué le vamos a hacer, ya me buscaré la vida para quemarme lo menos posible. Espero vuestras ofertas...

12.7.06

Gafapas...¿que?

Hay un fenómeno "nuevo" denominado "gafapastismo", sí, como lo oís. Ga-fa-pas-tis-mo. Y entrecomillo lo de nuevo porque en realidad es el mismo de toda la vida, pero con un nombre mucho más simpático, o rimbombante, según se vea. Es el eternamente denominado fenómeno "snob", que reúne a personas con inquietudes digamos... elevadas. Se trata de jóvenes, normalmente hijos de papá, que van de rebeldes por la vida y leen a Bukowski, ven pelis de Fellini y escuchan a grupos con nombres rarísimos sobre todo de pop inglés. El fenómeno, como decía antes, no es nuevo, pero últimamente, y por diversas circunstancias, he tenido mucho más contacto con este tipo de personajes del que antes huía como la peste. Mi pregunta es: ¿cómo es posible que una persona de 18-19 años, se siente en su casa a ver una película de Fellini? Yo, si no recuerdo mal, con esa edad estaba fumando y bebiendo litronas en el parque, que ya sé que no es demasiado cultural, pero era lo que tocaba. Más que nada porque el vídeo de mi casa estaba ocupado por películas del tipo "El bueno, el feo y el malo" que veía mi padre embelesado ante la imagen cartonera de Clint. Y ahí es donde reside todo el problema: los jóvenes de esta edad tienen ordenador, equipo de música, y hasta en algunos casos un pequeño "excusado" (que luego digan que yo no soy fina) en su propia habitación, y claro, pueden ver lo que les dé la gana, que así vamos. Y estos tontolabas, que en realidad es lo que son, en vez de invitar a sus colegas a ver porno, lo que hacen es sentarse en la cama con expresión de lord Byron (es decir, con cara de "yamiquemeimportayalavidasolomequedaelsuicidio") y cogen un libro de Bukowski que les ha recomendado otro gafapasta y se ven reflejados en esos versos que vienen a decir uno tras otro eso de "la vida me importa una mierda" Después cogen una biografía del susodicho, y comprueban que era un alcohólico y que tuvo una vida de lo más asquerosa, lo que les hace sentirse mucho más identificados con ese fenómeno "neo-romántico" y quieren ser como "el gran Bukowski" y entonces evolucionan, y hacen de su habitación "su refugio" e investigan e investigan hasta hacerse unos gafapasta hechos y derechos. Todo esto no sería mucho más problemático si se quedase ahí, es decir, en su "refugio", pero no. Los gafapasta salen a la calle, o en su defecto navegan por internet y se apuntan a todos los foros que encuentran, para intentar hacer más gafapastas que les entiendan. Si no te gusta Bukowski, o Fellini, o los Afghan Whigs, eres un pobre elemento inculturizado que no merece más que el desprecio de todos tus congéneres. Y eso hacen: despreciarte y despreciarte. El caso es que a mí, personalmente, me da exactamente lo mismo, pero ahí están, y por eso quiero dedicarles unas palabritas: Queridos gafapasta: ya sé que vuestra vida es una mierda, que no sabéis si compraros unas zapatillas de noventa o de ciento cincuenta euros, que vuestro papá quiere que vayáis a la universidad privada, y vosotros queréis más bien juntaros con la plebe en la pública porque básicamente queréis saber qué se siente. Sé que sufrís por el planeta mucho, mucho, tanto que no queréis casi ni pisar la calle para no ensuciarlo aún más, y que sufrís mucho más por el pueblo palestino aunque no tengáis ni idea de por qué. Sé que os da asco tanta juventud perdida que disfruta de cosas tan triviales como estar una noche de marcha o leer Mortadelos, o no leer nada, que de eso también hay mucho, pero os voy a dar un consejo: si seguís con esa actitud enfermiza, os veo en breve con una chaquetilla de lana, pantalones de pinzas ellos y falda recta ellas, con zapatos cuadrados mirándoos al espejo y preguntándoos qué narices habéis hecho para que el mundo os desprecie, así que por favor, este fin de semana probad a poneros ropa asquerosamente vulgar, dejad los libros para dentro de cinco añitos y salid a pasarlo bien un poco, solo un poco, con seres que no disfruten saboreando la depresión constante. Os prometo que encontrareis hasta interesantes a algunos personajes, y posiblemente os enamoréis y no os apetezca leer a Bukowski porque os deprima, y empezaréis con Bécquer, que de eso ya os disuadiré más tarde. Luego venís y me lo contáis, a ver qué tal os ha ido... ala, a disfrutar!

6.7.06

Y vino el Papa..... y Zizou se fue

Aunque no lo parezca, el título es así, como os lo cuento. Este fin de semana han pasado tantas, tantas cosas, que no voy a tener tiempo de pensar en todas detenidamente (ni ganas, oye, ni ganas) Para empezar, llegó el Papa, un señor vestido de blanco que dice que es el representante de dios en la tierra, y que se hace llamar "su santidad" y que calza las "sandalias del pescador" y que se traslada en un bicho denominado "papamóvil" y que, y ahora voy a ser pelín irreverente, se parece al malo del episodio 1 de Star Wars, la verdad. Pues llegó y ahí tenéis a miles de personas (qué digo miles... ¡millones!) en Valencia con su mochilita y su gorra amarillas, con sus guitarras (qué sería de un peregrino papal sin su guitarra) y sus canciones elaboradas del tipo "Be-ne-dicto, eres lo más bonito" (acentuada en la é de erés) Pues llegó, se dio un paseito, dió unas misitas, y se marchó, que es lo que suelen hacer todos los papas cuando vienen, porque creo que para eso es para lo que les pagan (¿les pagan?). Pues bien, así fue la cosa, y ahora vienen los comentarios de los sesudos de siempre: que si el papa no criticó lo que tenía que criticar, que si Zapatero no fue a la misa, que si no le acompañó a la despedida, que si vaya papa que no se mete con las hordas rojas, que si la familia está siendo masacrada, que si el estado se desmembra, que si este Benedicto no es como el Juan Pablo que sí que le habría dado un par de collejas al presidente, que si de qué los maricones van a casarse y muchos menos a adoptar tiernos infantes que no tienen capacidad de discernimiento, que si tal y que si cual... en fin, lo de siempre, como diría mi padre, la misma música pero con un poquito más de bombo. Y digo yo: ¿no será que el papa lo que tiene es que pasa de casi todo lo que ocurre en este bendito país? ¿no será que lo que necesita el Vaticano de España, o sea, la pasta, ya lo tiene, y entonces no se va a meter en más fregaos? A ver si va a ser eso... Pero quitando politiqueos y cosas absurdas, a mí lo que me ha gustado es ver a tantos y tantos fieles juntos, compartiendo bocata de calamares y vinito de la tierra en bota, vestidos todos iguales en familia y con la misma mochilita que guardaba algunos consejillos para "preservar la familia católica, apostólica y romana" y me pregunto, sólo por poner un ejemplo: entre tanta gente, y familias enteras, ¿no había nadie que utilice, pongamos, el condón, para el control de natalidad? ¿ninguno de ellos? Venga... ahora lo podéis decir, que no os oye nadie. Si fuera así, la natalidad en España estaría por las nubes, y me da a mí que no es así. Y otra pregunta: ¿no había ningún homosexual entre tantos miles y miles de personas? ¿Ni uno solo? Seguro que algún imberbe joven con guitarra cantando al papa miraba con ojos tiernos a su compañero de canción sin que éste se diera por aludido, me juego lo que queráis. Y yo todo esto lo respeto, claro, pero me da a mí que hay que ser un pelín más coherente. Un pelín sólo. Me da que hay mucho más pecador suelto del que se imagina, aunque claro, como decía Woody Allen, no hay religión más cómoda en el mundo que la católica, porque puedes pecar lo que te de la gana, y con una confesión ya te has ganado el cielo. Y una confesión es lo que viene necesitando Zinedine Zidane (vaya tela el enlace que acabo de hacer) después de lo del domingo... aunque el cielo ya se lo tiene ganado, primero por los buenos ratos que nos ha hecho pasar, y segundo por haber embestido de esa forma a un señor llamado Materazzi que no pasará de ninguna manera a la historia del deporte. A mí lo de Zidane la verdad es que me ha dado un poco igual, no soy como todas esas porteras de programa deportivo que ahora se llevan las manos a la cabeza y dicen "amos, con lo bueno que era y lo mal que se ha retirado..." a mí me parece que se ha retirado de forma gloriosa de todas todas, y lo único que me da lástima es lo jodido que se pueda encontrar él por tanto palo mediático. Todos los grandes han hecho estas cosas, de las que al final casi nadie se acuerda. Un deportista, claro, es un tío a priori buena gente, caballeroso, y todo eso del barón de Coubertin, pero también es un ser humano, y cuando le tocan las narices, pues se las tocan. Hoy, en frío, pienso que nadie debería de perder la cabeza, pero asumo que todos la perdemos, y si hay que perderla contra un carnicero que habitualmente no se dedica a ser deportista, sino a romper piernas de otros, pues bien perdida está. Así que, aunque suene revolucionario, me alegro de que Zizou se retirase como lo que es, un grande, tirando un penalti como el que tiró. ¿Y lo que pasó después? ¿Qué pasó después? Yo no recuerdo nada más relevante, excepto que el Papa cogió un avión (sin que Zapatero lo acompañase) y se volvió para Roma mientras los italianos celebraban su triunfo. Tengo memoria selectiva, qué le vamos a hacer...