13.6.06

Federico

Federico es un nombre potente, que resuena. Prueba a decirlo: Fe-de-ri-co. ¿Ves? Es un nombre que así, ya de principio, te parece de persona mayor e importante. Yo nunca llamaría a un hijo mío Federico. Es una enorme responsabilidad, porque imagínate el papelón en el parque: "¡Federico, ven!!!!" y claro, todo el mundo se vuelve esperando ver a un señor hecho y derecho fumando por lo menos en pipa, y tienen que bajar la mirada para encontrarse un balbuceante babosillo que anda como un cow-boy y tropieza cada tres pasos. Yo no podría soportar después la mirada culpable de los que esperaban algo más... algo más... bueno, algo más.
Los Federicos siempre son líderes, porque ya su nombre da bastante empaque, pero es que además Federico es un nombre que lleva consigo un tanto importante de talento y una imaginación que ríete tú de Julio Verne... Luego también son fácilmente reconocibles. Cuando un gentío grita, pongamos en una manifestación: "¡Federico, Federico!" pues todo el mundo sabe a quién se refieren, que esa es otra característica principal de los Federicos, que todo el mundo los conoce, o al menos esa es la impresión que me da a mí...
Los Federicos también son gente de raza, de carácter. Lo mismo te pueden hacer un chascarrillo que agarrar el diccionario de la RAE y soltar trescientos improperios seguidos prácticamente sin respirar, porque tienen talento, creo que queda claro. Luego ya cada uno tiene sus cosas, que ya en eso no me voy a meter.
Cada época tiene su Federico, y si no, leeros los libros de historia: Federico El Grande, Federico García Lorca, Federico Engels... y así podría seguir hasta la eternidad pero sería aburrido para todos. Nosotros también tenemos el nuestro, que no vamos a ser menos... nuestro Federico es un personaje harto importante, harto, harto. Tiene talento, gracia, saber estar... lo tiene todo. Pero sobre todo y por encima de todo es una buena persona, alguien que se ocupa diariamente de que todos nosotros (o sea, los que no nos llamamos Federico) sepamos la verdad de todo, que en el fondo somos unos pobrecillos incultos manipulables (eso me lo decía ya mi madre hace tiempo y yo no lo quería creer, pero ahora me doy cuenta de que es verdad de la buena, como todo lo que dice mi señora madre) Federico se sienta todas las mañanas delante de un micrófono y nos suelta las verdades una a una, sin cortarse, y aunque duelan, porque dice mi madre que "quien bien te quiere, te hará llorar", y Federico nos quiere bien, pero bien, bien.
Nuestro Federico tiene una historia en la que él mismo ha ido viendo la luz, descubriendo la verdad: fue alumno de Labordeta, Maoista y militante de la izquierda más extrema, y entonces viajó a China y después conoció a Fernando (otro nombre con historia) y no se sabe en qué orden le influyeron para ir pasito a pasito, como el que no quiere la cosa, paseando, que es como van los seres inteligentes a los sitios, primero hacia el centro, luego hacia la derechita y luego, así poco a poco, a levantar el brazo estiradito estiradito y a rezar tres padresnuestros y tres avemarias antes de irse a dormir... ¡Qué grande es Federico!
Federico de todas formas, pobre, tiene un problema de salud. Puede ser una úlcera, o ardor, o incluso una molestísima almorrana. No se sabe bien si es auto provocado o sin querer, pero hay veces que se levanta con esa mirada asesina inyectada en sangre que le provoca tan molesta enfermedad que él ni confirma ni desmiente, por lo que debe ser cierta. En esos días, que deben ser unos.... 300 al año, nuestro querido Federico se levanta y dice: "mira, hoy voy a por...." y si es tu nombre el que va ahí detrás, puedes empezar a temblar, porque no te deja hasta que ha conseguido convertirte en un "siniestro" o en un "traidor" o en un "asesino a sueldo" o incluso en un "maricomplejines". Ay, Federico, Federico... con ese gran nombre que Dios y tus padres te han dado... ¿no podrías mejor tomarte un alka-seltzer, o untarte un poquillo de hemoal, que dicen que es mano de santo? Más que nada porque si en algún momento vamos y decimos "a ver qué dice hoy el gran Federico" y te escuchamos, inmediatamente se nos traspasa tu enfermedad (tal es nuestra empatía contigo) e incluso a veces tenemos que sujetar el brazo que se nos estira para arriba sin que queramos... y oye, nosotros te admiramos, pero nos tienes en un sin vivir...
Mi consejo para nuestro gran Federico es una temporadita de vacaciones (no menos de 50 años) y el picante, ni probarlo, por supuesto. Así posiblemente tus males mejorarían y seguirías haciendo honor a ese gran nombre que te acompaña.
Cuídate, Federico, y recuerda que todos te queremos...

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